MORROA,
UN TELAR A CIELO ABIERTO
DIÁLOGOS Y REFLEXIONES DE ARTESANOS
DE LA HAMACA
Escuchar de la voz de los portadores de la tradición artesanal morroana sus propias vivencias y la manera cómo han contribuido a que este legado generacional continúe, es el propósito de este aparte, en el cual, si bien no están todos, se registran lo que sin duda es un contenido compartido por muchos de los que están en el hacer y en el construir de este arte, día tras día.
Aída Guzmán
“Es
un arte que lo aprendemos de nuestros padres, de nuestros abuelos. Esto nace. Estoy
desde los 13 años trabajando la artesanía, viendo a mi mamá aprendí. Uno le
pone amor y talento porque si uno sabe lo básico la cabeza va dando a donde va
a llegar. Desgraciadamente en los colegios no les enseñan, mis hijos saben
porque les he enseñado. Tengo un hijo con discapacidad auditiva y él trabaja la
hamaca. Mi mamá hacía la tejedura por diez mil o doce mil pesos, pero también
es cierto que la plata alcanzaba más. A Morroa lo llaman telar cultural de las
sabanas por la fama como artesanos a nivel nacional e internacional. Yo no
exporto, pero hay muchos que exportan hamacas. He ido a participar en eventos
artesanales en Sincelejo, Montería, Cartagena y Guayaquil”.
Denia Jiménez
“La
labor de la artesanía inicia por tender el hilo, que viene listo de la fábrica
pero antes lo teñían. Se le pone el
almidón, a eso se llama tenderlo con el almidón, debe ser en un día soleado. Al
secar, se envuelve por unidad y se devana para que facilite embolarlo y dejarlo
listo para armar. Hay personas que se dedican solamente a armar, porque el
armado cansa y así el que va a tejer puede hacerlo sin cansancio.
Las
tejedoras dan trabajo a las demás personas, a mí me buscan para devanar el
hilo. Aprendí porque mi mamá, Carmen Julia Rambauth, era artesana. Mi hijo es
artesano, y él se dedica a sacar la pinta
de la ‘cocá’, que es la última tendencia en Morroa”.
Ana Matilde Márquez Núñez
“Hace
cinco meses que me vine de Venezuela y me he puesto a tejer porque así ayudo a
mi hija y a mi yerno. Aquí estoy haciendo fajas, van para las mochilas, para
hacer chancletas o para los bolsos. Me tejo tres fajas en un día. Aprendí de mi
madre Felicísima Márquez Funes”.
Blas Javier López
Corena
“Como
toda artesanía es tradición, y hay un ejemplo en esta señora que dice que es
morroana y vivía en Venezuela y ahora aprende a tejer. Si no hubiese sido
morroana de pronto no aprendía a tejer. Hay algunas personas que no son de aquí
y yo admiro, porque lo que no es de tradición ni es de sangre es muy difícil
aprender. Yo aprendí por tradición de mi mamá y mi abuela. Les he enseñado a
mis hijos, los dos mayores son profesionales y saben hacer tejidos.
La
hamaca ha tenido tantos impactos, -social, económico, de la propia tradición-.
Si volvemos 25 o 30 años atrás vemos que ahora hay tejedores, hay armadores hay
devanadores, no hay artesanos, porque creo que artesano es quien transforma la
materia prima en artesanía. Las señoras antes cogían el hilo crudo, yo conocí
una señora que sabía hacer el hilo, murió de 106 años, Ana Elena Rambauth de Pineda. Ella tomaba el algodón y en una
maquinita hacía el hilo.
Antes
las artesanas transformaban la materia prima desde los tintes, porque los
tomaban y hacían el lampazo, la Macorina, todo. Armaban, devanaban. Porque la
Macorina y el lampazo tienen eso, después que se tiñe el que está devanando
tiene que devanar todo el hilo, porque si no cuando se va armar se puede correr
la estructura, se estira el hilo y entonces un lampazo puede quedar más arriba.
Ahora
hay tejedores, y pueden sacar la hamaca en dos días pero no sabe armar, no
devana, no tiñe, no sabe el proceso de los tintes naturales. Para este evento
yo invité a jóvenes, a hombres, porque cuando yo aprendí a tejer que salía con
una tía mía, porque tanto a mí como a ella nos daba pena que nos vieran tejer
porque era un mito que el hombre tejiera. Hoy en día la producción artesanal la
dan los hombres.
En
el tema de las medidas, en las capacitaciones nos hablan de mantener 25, la
pequeña, 29 medianas y 32 grande. Aquí se habla de lampazos, pero en otras
partes no sabían qué era lampazo entonces teníamos que trabajar con metro,
porque esa medida es universal, y teníamos que decir pequeña, mediana y grande.
Y hay extragrande que supera los 32. La más grande es de 36 lampazos.
Tengo
la idea de hacer una hamaca que aproximadamente va de 13 a 15 metros para un
récord Guinness. Hablé con unos artesanos que van a hacer la tejeduría. Diseñé
el telar, ya sé cuántos metros de hilo se lleva. Porque aquí se tejió una
hamaca pero no cumplieron todo el proceso del récord.
El
lampazo viene de los indios, la artesanía del telar vertical es de los
ancestros zenúes, hay telar vertical, horizontal y redondo. El de nosotros se parece mucho al
telar con que hacen en las hamacas en las rancherías de La Guajira, porque tuve
la oportunidad de estar 8 días por allá, lo que pasa es que hay unos que tejen
con paleta y otros sentados. De las personas que tejen en Morroa, solamente 5
hacemos el bordado con puya.
La
hamaca morroana se diferencia de las demás hamacas. Yo trato de comprender eso,
porque por ejemplo tres tejen la hamaca de 32 lampazos, pero las hamacas no
quedan iguales y es un problema que a nivel de exportación dificulta.
En
Don Alonso, por ejemplo, exportan porque las hamacas quedan iguales teja quien
teja y aquí no, y se le echa el mismo hilo pero no queda igual. Acá al telar le
metemos cuñas, entrecuñas, cuñas atrás, las que les metemos entre listones,
ellos le meten únicamente unos palos atrás, y usan una paleta del ancho de la
hamaca y nosotros usamos 2 dos paletas que le sacamos dos partes a la hamaca. Y
estamos hablando del mismo departamento de Sucre. Lo demás todo es igual.
Las
hamacas de La Guajira, como las hacen sentadas y prácticamente con la mano,
quedan más aguaditas. Las hamacas de Morroa en consistencia queda mejor, más
paleteada y más dura.
El
lampazo no lo he encontrado en otra parte, únicamente aquí. Dicen que los
indios trabajaban con las luces, los lampos de luz, un monte que se llamaba
lampos, que cuando llovía eran las luces que daban la flor, formaba un
arcoíris, de ahí midieron un jeme, una cuarta, era una medida aproximada.
En
lo internacional no preguntan por los lampazos si no por medidas estándares de
160 de ancho por 250 de largo. Y otra cosa es que el hilo de algodón le dicen
hilo basto, y no hay que llamar así sino hilaza de algodón.
Ana Regina Salcedo
“Lo
que es nuestro saber se ha enseñado en muchas partes. El SENA ha regado lo
nuestro, con sus instructores. Morroa es conocido por la hamaca y no por el
pito atravesao, porque eso es más reciente.