ENTREVISTA A LUIS AMAYA BUELVAS



VOZ ENTRE LAMPAZOS

Diálogo con Luis Amaya Buelvas

“En Morroa y sus alrededores la hamaca se constituye en la herencia ancestral cultural más importante, hasta el punto de convertirse en uno de los principales elementos de nuestra identidad”.

El nombre de Luis Amaya Buelvas está ligado al hacer y el saber cultural morroano. Aunque cumplió a cabalidad con su tiempo en la docencia formando generaciones de paisanos, aún no ha dejado de enseñar a tal punto que su casa es sitios de encuentro e información para quien quiera indagar por Morroa.




La tarde en Colina de San Bartolo, como se llama su residencia, transcurría entre la algarabía de las aves domesticadas y la búsqueda afanosa que hacía Cira, su esposa, de algún animal de la casa.  

Así va devanado sus palabras Luis Amaya: “La hamaca ha sido para Morroa no sólo un elemento vital para su existencia, como forma de vida, sino que se convierte también en una mensajera, una embajadora que da noticias de nuestra existencia y que le abre puertas a Morroa y a los morroanos a donde van”.

Un diálogo con el pasado, interpelando el presente y lo que a los ojos de un estudioso, de un testigo excepcional como lo es, saltan de su voz las precisiones para darnos cuenta cuál es el significado de la hamaca: un objeto que trasciende a símbolo.  

“Es tan importante el tejido de la hamaca y de la tela de hamaca que a todos los morroanos nos enorgullece considerar a nuestro municipio el telar cultural de las Sabanas, no solo en lo que en el momento representa sino porque es la manera de rendirle un homenaje, un tributo a esa tradición que nos diferencia del resto de la Sabana”. Apunta el profesor.

Un símbolo que diferencia, y a su vez que afirma identidad. Morroa es cuna de la hamaca, es donde se mece su tradición y se afinca en los horcones de su cultura.

En palabras del profesor Luis Amaya, la situación actual de la hamaca está así: “No alcanzo a recordar con precisión cuántos años hizo que en el marco del Festival Nacional del pito atravesao se realizó el primer conversatorio sobre el tejido de la hamaca (Julio 21 de 2002).  

En ese evento se demostró por parte de los participantes que la situación social y económica de los artesanos que se dedican a esta labor es muy precaria; y para que como artesanía símbolo del Municipio pudiera seguir existiendo, mantenida por gentes de la comunidad, de cualquier forma era necesario un subsidio estatal de los distintos niveles -nacional, departamental y municipal-. 

Si en esa época, que ya han pasado creo que más de 10 años, esa era la situación, yo no creo que haya ido mejorando sino que ha ido empeorando. Por eso mi llamado en este momento es a que se reflexione en los distintos niveles de las agencias estatales de cómo entrar a intervenir en esa situación para mejorar las condiciones de vida en todos los sentidos de los trabajadores del tejido artesanal de la hamaca en Morroa; y esto, estoy seguro, que redundará no solo en beneficio de ellos sino de toda la municipalidad”.

El profesor comparte el siguiente texto:

ARCOIRIS QUE SE HILVANA

Por: LUIS AMAYA BUELVAS

Hay en cada hamaca un tótem tutelar que agudiza el ingenio y restablece las fuerzas de quien las usa, porque las hamacas morroanas proceden de la legendaria nación Zenú, cultura clásica aborigen, que nos legó a través de la tribu Morroi este arte milenario que transforma en poesía de hilos y colores las fibras del algodón y del maguey.


Ayer los destellos dorados, los lampos de luz que emitía la hamaca del trono de la cacica del Finzenú y las hamacas receptoras de ofrendas del “cementerio del gran santuario bohío”, allá en la mítica capital del Finzenú, colmaron de asombro a los conquistadores, estas hamacas polícromas y entretejidas con hilos de oro eran verdaderos lampazos dorados. Hoy el lampazo de las hamacas morroanas prosigue, aún después de tantas lunas, deslumbrando y cautivando a los extraños, por que el rito sagrado del tejido artesanal reiterativo y cotidiano en Morroa, sigue ahí ininterrumpidamente armando la urdimbre que se entraba en los rústicos maderos de laberinto del telar y el peine dejándose atravesar por el vaivén incansable del palito virtuoso y la paleta ancestral, para que en cada hamaca el arte aborigen repita el milagro inimitable y sagrado.




Por todo esto y por los demás misterios que este antiquísimo arte entraña, las hamacas de Morroa compendian añejados los blasones de una raza cuya alma inmortal y noble continúa exteriorizándose en la tradición artesanal de los descendientes de la tribu de Morroi. En las hamacas, banderas de los sueños en el aire, se perfila el alma de una aldea con palpitaciones universales y la esperanza de una raza que guarda en la urdimbre de sus artesanías el secreto de su redención.

RESEÑA HISTÓRICA DE LA HAMACA MORROANA

Por: Orlando de Arco Salcedo

En cada hamaca hay un telar que agudiza el ingenio y restablece la fuerza de quien la usa, porque la hamaca morroana procede de una legendaria nación Zenú, cultura clásica que nos llegó a través de la tribu Morroy, este arte milenario que transforma en poesía de hilo y colores la fibra del algodón y del maguey.

ORLANDO DE ARCO SALCEDO
El autor es un adulto mayor morroano, que de forma empírica se ha dedicado
a investigar y ha podido conservar los relatos de pasadas generaciones.
Lampazo, medida indígena equivalente a 13 centímetros. Esta palabra se origina de los destellos dorados de lampos de luz que emiten las hamacas del trono de la Cacica del Fincenú, y de las hamacas de ofrendas del gran santuario del Bohío y se halla en la mítica capital del Fincenú, colmando de asombro a los conquistadores.

Esta hamaca policromada en tres tejidos con hilo de oro eran los verdaderos lampazos de hoy en día de nuestra hamaca morroana; perduran aún después de tantas lunas cautivando a propios y extraños con la expresión del sagrado tejido cotidiano.

La historia nos cuenta que en la laguna de Pichilín los aborígenes cultivaban una flor llamada Lampazo qué servía para teñir los hilos con que se hacían las hamacas. La forma de teñir los hilos es de la siguiente manera:

La madeja de hilo se comparte en 4, 6, 8 y 12 partes. Estas partes tienen que estar bien amarradas y envueltas, luego se introducen en agua fría y después en un recipiente de agua caliente que contiene el tinte o la anilina, más tarde se sueltan y se secan durante 2 y 3 horas dependiendo del día.

Es importante anotar que estos tintes utilizados inicialmente fueron sacados de hollín de las ollas con alquitrán, matarratón, totumo, cepa de plátano, sangregao, mora, pijiño y otros que fueron reemplazados actualmente por elementos químicos.

El proceso de elaboración de la hamaca Ranchona y la Macorina se inicia con el teñido del hilo, devanándolo y se arma el telar. Una vez armado éste en su totalidad se procede el tejido. Este proceso se demora de 12 a 15 días dependiendo de la complejidad del mismo. Para finalizar se procede al encabezamiento o empitado hasta conseguir el producto que saldrá al mercado.

Existen tres tamaños de hamacas que se distinguen por la cantidad de lampazos contenidos en la misma. Estas son de 25, 29 y 32.

El nombre de la Hamaca Macorina se originó en la mente del señor Tomás Torrente, quien al observar la forma del teñido del hilo decidió modificar y dividirlo en tres colores produciendo un efecto multicolor en la hamaca; en ese entonces se encontraba de moda la composición musical llamada La Macorina, la cual sirvió para darle formalmente el nombre a dicha hamaca.

La mujer morroana ha sido protagonista de esta historia de arte y tradición.
Un patrimonio que se transmite de una generación a otra.  

LA HAMACA MORROANA TIENE SU HISTORIA

La historia de la hamaca tiene sus raíces en la época precolombina en que fue orgullo del indígena, fue su manifestación artística y su medio de sustento. La forma impecable como se combinaron los colores, se tejía su paño y se hacían dibujos míticos con diferentes significados fueron legados para las artesanas de hoy, que lo han sabido conservar con lujo de detalles y especialmente con de forma autóctona que las hacen famosas.

Las hamacas morroanas se tejen en la misma forma como lo hacían nuestros aborígenes, en el mismo telar rústico, con los mismos colores, con el mismo tamaño y con igual paño.

Las hamacas de hoy son conocidas como La Negrita, o la de 25 lampazos; La Macorina de 29 lampazos; la de Chorrito y la Rancho Grande de 32 lampazos.

Las hamacas morroana son conocidas en el mercado nacional e internacional donde se les valora por ser autóctonas, por conservar sus especificaciones tradicionales en su tamaño, combinación de colores, técnica de bordado y marcada y una limpieza en el tejido de su paño.

La hamaca morroana goza de un prestigio nacional e internacional gracias al tesón e interés de sus hijos en su elaboración en todos los tiempos transcurridos, porque han hecho lo imposible para que estas prendas sean conocidas y valoradas por todas nuestra artesanía.

La hamaca Macorina

LA MACORINA, HAMACA DE TRADICIÓN MORROANA

Tras el origen de su nombre

Telar morroano con hamaca macorina.

Las artesanas mayores, esas mujeres que sembraron en las presentes generaciones de artesanos morroanos la tradición del telar, son esas mujeres nacidas entre el oficio de la tejeduría. Son las madres, abuelas y bisabuelas cuyas nombres son el pilar de la memoria y la herencia.

Luego de aplicar el encolado,
se tienden las madejas de la macorina

A ellas se debe el ingenio de la hamaca macorina. No podemos determinar el origen de su nombre, sin embargo, esta investigación ha permitido establecer que no está relacionada su creación al nombre de la canción La Macorina, como tampoco está relacionado con la figura de quien fuera alcalde de Morroa, el sanjacintero Tomás Torrente.

La hamaca macorina se debe a la expresión más autóctona de la creatividad morroana. Su vistosidad es el impulso por mostrar la desbordante pasión del arte del telar vertical. 

Se dice esto porque al hacer la investigación de fechas, de la presencia del mencionado Alcalde, a quien se le atribuye su creación, y de otros aspectos tenidos en cuenta como la canción de Chavela Vargas, que es un éxito de 1950, se tiene entonces que para antes de 1900 ya había artesanas que comercializaban la macorina en Sincelejo, como es el caso de Deogracia Domínguez.

El macorino es tradicional con los colores amarillo, azul y rojo. Esos colores debían ser aplicados mediante el teñido a una madeja incolora. Los colores de la bandera. Por eso se basa el profesor Juan Domínguez para decir de manera metafórica que fue en una hamaca macorina de Morroa que el Teniente Francisco de Miranda se inspiró para crear la bandera de la Nueva Granada.

A continuación, las imágenes muestran la forma del teñido con anilina, para formar el macorino.