RESEÑA HISTÓRICA DE LA HAMACA MORROANA

Por: Orlando Arco Salcedo

En cada hamaca hay un telar que agudiza el ingenio y restablece la fuerza de quien la usa, porque la hamaca morroana procede de una legendaria nación Zenú, cultura clásica que nos llegó a través de la tribu Morroy, este arte milenario que transforma en poesía de hilo y colores la fibra del algodón y del maguey.

ORLANDO ARCO SALCEDO
El autor es un adulto mayor morroano, que de forma empírica se ha dedicado
a investigar y ha podido conservar los relatos de pasadas generaciones.Añadir leyenda
Lampazo, medida indígena equivalente a 13 centímetros. Esta palabra se origina de los destellos dorados de lampos de luz que emiten las hamacas del trono de la Cacica del Fincenú, y de las hamacas de ofrendas del gran santuario del Bohío y se halla en la mística capital del Fincenú, colmando de asombro a los conquistadores.

Esta hamaca policromada en tres tejidos con hilo de oro eran los verdaderos lampazos de hoy en día de nuestra hamaca morroana; perduran aún después de tantas lunas cautivando a propios y extraños con la expresión del sagrado tejido cotidiano.

La historia nos cuenta que en la laguna de Pichilín los aborígenes cultivaban una flor llamada Lampazo qué servía para teñir los hilos con que se hacían las hamacas. La forma de teñir los hilos es de la siguiente manera:

La madeja de hilo se comparte en 4, 6, 8 y 12 partes. Estas partes tienen que estar bien amarradas y envueltas, luego se introducen en agua fría y después en un recipiente de agua caliente que contiene el tinte o la anilina, más tarde se sueltan y se secan durante 2 y 3 horas dependiendo del día.

Es importante anotar que estos tintes utilizados inicialmente fueron sacados de hollín de las ollas con alquitrán, matarratón, totumo, cepa de plátano, sangregao, mora, pijiño y otros que fueron reemplazados actualmente por elementos químicos.

El proceso de elaboración de la hamaca Ranchona y la Macorina se inicia con el teñido del hilo, devanándolo y se arma el telar. Una vez armado éste en su totalidad se procede el tejido. Este proceso se demora de 12 a 15 días dependiendo de la complejidad del mismo. Para finalizar se procede al encabezamiento o empitado hasta conseguir el producto que saldrá al mercado.

Existen tres tamaños de hamacas que se distinguen por la cantidad de lampazos contenidos en la misma. Estas son de 25, 29 y 32.

El nombre de la Hamaca Macorina se originó en la mente del señor Tomás Torrente, quien al observar la forma del teñido del hilo decidió modificar y dividirlo en tres colores produciendo un efecto multicolor en la hamaca; en ese entonces se encontraba de moda la composición musical llamada La Macorina, la cual sirvió para darle formalmente el nombre a dicha hamaca.

LA HAMACA MORROANA TIENE SU HISTORIA

La historia de la hamaca tiene sus raíces en la época precolombina en que fue orgullo del indígena, fue su manifestación artística y su medio de sustento. La forma impecable como se combinaron los colores, se tejía su paño y se hacían dibujos míticos con diferentes significados fueron legados para las artesanas de hoy, que lo han sabido conservar con lujo de detalles y especialmente con de forma autóctona que las hacen famosas.

Las hamacas morroanas se tejen en la misma forma como lo hacían nuestros aborígenes, en el mismo telar rústico, con los mismos colores, con el mismo tamaño y con igual paño.

Las hamacas de hoy son conocidas como La Negrita, o la de 25 lampazos; La Macorina de 29 lampazos; la de Chorrito y la Rancho Grande de 32 lampazos.

Las hamacas morroana son conocidas en el mercado nacional e internacional donde se les valora por ser autóctonas, por conservar sus especificaciones tradicionales en su tamaño, combinación de colores, técnica de bordado y marcada y una limpieza en el tejido de su paño.

La hamaca morroana goza de un prestigio nacional e internacional gracias al tesón e interés de sus hijos en su elaboración en todos los tiempos transcurridos, porque han hecho lo imposible para que estas prendas sean conocidas y valoradas por todas nuestra artesanía.